La Selección Colombia ha perdido un solo partido en las Eliminatorias al Mundial 2026 y fue contra Bolivia por 1-0, a 4.150m de altitud. No puso en riesgo casi nada en la tabla de posiciones ni en la estabilidad del proyecto, pero sí dejó un cabo suelto que, al parecer, no va a tener una solución definitiva… al menos no la que se esperaba.
El episodio aquel sobre el posible espionaje de los bolivianos a los colombianos no quedaría, al parecer, en nada más que una molestia.
¿Qué pasó? El asunto se puso turbio en la previa del duelo, en Cochabamba, donde el equipo nacional hizo su preparación para subir a El Alto solo unas horas antes del partido.
En la conferencia de prensa previa a al duelo, Néstor Lorenzo apareció visiblemente molesto para hacer una denuncia: “lo identificamos, tenemos fotos y por ahí hacemos la denuncia del caso a donde corresponda. Por supuesto que uno quiere entrenar con las discreción e intimidad que se merece y fue una ruptura a la intimidad del plantel lo que sucedió, pero tenemos a la persona fotografiada y todo“, dijo.
El episodio recordó el caso de los Juegos Olímpicos de París con la selección femenina de Canadá, que usó drones para espiar los entrenamiento de una selección rival y fue castigada por la FIFA con 6 puntos y un año de suspensión a sus entrenadores. Muchos alcanzaron a hacer cuentas con esos puntos y se ilusionaron en Eliminatorias, pero no hay que ir tan rápido.
¿Qué hizo Colombia?
Lo que decidió hacer la Selección Colombia a la hora de los reclamos oficiales se resume rápido: nada. La Federación Colombiana de Fútbol (FCF), según dijo el periodista César Augusto Londoño en El Pulso de Caracol, “ni siquiera Colombia protestó, la protesta fue en una conferencia de prensa y no fue oficial“.
A su turno, Juan Felipe Cadavid preguntó si la FIFA necesitaba que Colombia demandara o si podía actual de oficio y su interlocutor dijo: “Si es claro, de oficio lo pueden asumir, pero sino es claro, hay que mostrar pruebas y no sé si el tema era tan claro como el dron de Canadá en los Olímpicos”.
Así las cosas, pasó mucho pero al final no pasó nada. Mucho ruido, pocas nueces. El partido se perdió en la cancha, ante un rival con 10 hombres casi todo el partido, y la falta de efectividad fue la real factura. En el escritorio no pasaría ya nada.