Tres ajustes en Colombia tras derrota en debut olímpico: urgen goles

Francia vs Colombia, Catalina Usme

Las malas noticias son varias, pero las soluciones están a la mano. O al menos a eso hay que apostar en un torneo tan corto y complejo como los Juegos Olímpicos 2024.

El debut de la Selección Colombia Femenina tuvo todos los ingredientes para terminar en derrota: rotunda contundencia de una potencia como Francia, fallas individuales cobrados con goles, confusión en primeros 45 minutos fatales, expulsión de la figura y falta de tiempo al final para darle vuelta. ¿Conclusión? Una derrota 3-2 en la que se mejoró y se luchó y se dejó la vida peor anda de eso se puede contabilizar en puntos. 

Eso lo sabe el técnico Angelo Marsiglia, quien apostó para el arranque por un equipo que le iba a poner la cara a un candidato al oro olímpico y perdió con su plan inicial, pero tuvo a su favor que corrigió tras el complemento con un solo cambio. Eso habla de su conocimiento de la nómina peor, más que todo, del amor propio que hace de este equipo un hueso muy duro de roer. 

Ahora, para bien y para mal, no hay tiempo para lamerse las heridas y lo que urge es resolver cuanto antes las muchas necesidades que se generaron: hay que ganar los 6 puntos para no exponerse a fracasar en la misión de superar por primera vez la primera fase de las olimpiadas. ¿Cómo? Hay varios ajustes francamente urgentes.

Luchar sin Mayra

​No es un detalle menor tener la necesidad de ganar casi al precio que sea y hacerlo sin la referente en ataque, sin Mayra Ramírez. La delantera del Chelsea fue muy influyente en el partido contra Francia, le dio toda clase de problemas a Renard, una de las mejores zagueras del mundo, estrelló una pelota en el palo y provocó un penalti.

Por eso sería un error tratar de reemplazarla, menos contra un rival como Nueva Zelanda, que es fuerte en el juego aéreo y que habrá tomado nota de esa debilidad en el elenco nacional. Así que este debería ser un partido para ‘jugonas’, para una Leicy Santos muy cerca de Manuela Paví, reemplazo cantado de Mayra, y Catalina Usme pendiente de pases profundos y de remates de media distancia por igual. 

La pelota quieta puede hacer la diferencia, como pasó en el Mundial de Australia, no solo en remates directos sino buscando a Manuela Vanegas, a Arias, a Jorelyn, a Restrepo. Hay que evitar referencias en el área rival porque no está Mayra y ampliar el juego por los costados: hay que respaldar mejor a una Linda Caicedo muy referenciada y sacrificada en tareas de marca y darle metros hacia adelante para el pique.    

Ajustar marcas

El debut dejó al sensación, en el primer tiempo, de un equipo sin suficiente presión por las bandas con Carolina Arias y Vanegas y eso expuso a las centrales, que esta vez no lograron hacer las coberturas. La primera puede estar requiriendo un auxilio con Quejada, con más fondo físico y apoyo en el juego aéreo. 

Pero no solo eso: es evidente que sin Lorena Bedoya hace falta acompañar a Restrepo, quien se vio muy sola, por otro perfil de jugadora, con más marca y despliegue que el que pudo ofrecer la capitana Montoya en el debut. Puede ser un partido de muchos duelos directos que convengan a otro tipo de mediocampista. ¿Candidatas? Liana Salazar (con media distancia) e Ilana Izquierdo.   

Cabeza fría

Si algo dolió, tal como lo reconoció Manuela Vanegas, fue pretender ganar el partido antes de marcar el primer gol: “nos costó muchísimo entrar al partido”, dijo la defensora. El primer gol francés cayó muy rápido y realmente fue difícil encajar ese duro golpe.

Después vino la desesperación de apostar a lo que no fluye, a un despliegue físico brutal pero sin mayor sentido y a un duelo directo que consume demasiada energía y no sirve para organizar la tarea ofensiva. “Cuando jugamos a lo que sabemos somos imparables”, reconocía Izquierdo. Y sí. La vía es la posesión pero a eso hay que agregarle calma para tomar buenas decisiones -falló en el debut- y mucha paciencia para no desesperar por la necesidad de vencer a las neozelandesas para seguir en carrera. Todo rival huele la angustia, pero lo imperdonable es darle el gusto de perder la cabeza por eso.  

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