Los Juegos Olímpicos se inauguraron, por primera vez en la historia, con una ceremonia abierta al público, en la que el Río Sena fue la pista por la que desfilaron miles de atletas.
A bordo de embarcaciones se presentaron todas las delegaciones con sus abanderados, un evento que incluyó las más imponentes edificaciones de París y que tuvo presentaciones musicales que encendieron al público.
Pero como es tradición, el momento icónico de esta apertura oficial de la competencia tiene su momento cumbre con el encendido del pebetero, que se mantiene ardiendo durante las dos semanas de intensa actividad deportiva.
La llama olímpica pasó de las manos de Zinedine Zidane al tenista Rafael Nadal, de allí viajó en bote por el río Sena en manos del español y pasó a manos de la norteamericana Serena Williams y los inolvidables Carl Lewis y Nadia Comenaci.
El tramo final ya fue reservado para los franceses: la extenista Amelie Mauresmo lo recibió en el río, lo pasó al exbasquetbolista Tony Parker y de ahí a un grupo de atletas paralímpicos, mientras iban todos pasando por el Museo de Louvre, el Arco del triunfo y los Campos Elíseos, acompañados de ciudadanos del común.
Finalmente Marie-José Perec y Teddy Riner se encargaron de encender un globo que llevó al cielo la llama olímpica, se escuchó la voz única de la canadiense Celine Dion a los pies de la Torre Eiffel para el cierre y los Juegos Olímpicos quedaron oficialmente inaugurados.