No llegó a despeinarse, nunca se inquietó, pasó sin el menor sufrimiento. Así clasificó Argentina a la final, tras superar por 2-0 a una inofensiva Canadá, que nunca lo amenazó, que apenas si le miró la cara a Dibu Martínez y que al final no opuso resistencia ante la contundencia del campeón mundial.
Parecía distinto el inicio, pero era un espejismo. Era en los primeros minutos un partido medio incómodo para Messi, quien caminaba como buscando motivación, y un reto para el equipo de Scaloni, que se veía atribulado ante la velocidad y la intensidad de la presión de los chicos canadienses.
Hasta que De Paul levantó la cara, metió un pase filtrado y, ante la aterradora pasividad de la zaga canadiense, apareció libre Javier Álvarez y definió con tranquilidad ante la salida del portero para el 1-0 a los 22 minutos. Fin del problema a lo Argentina, que cuando parece que lo pasa peor encuentra goles casi sin proponérselo. Eso que llaman ‘jerarquía’.
Otro arrancón de Di María (finalmente titular) pudo ser el segundo tanto pero se le elevó el remate, por fin se animó el 10 y conectó con Tagliafico para otro intento fallido a los 34 y un remate de los que nunca falla, con aceleración y pegada pero esta vez demasiado abierta. Y así, de menos a más, el campeón defensor al descanso, con la tranquilidad del Dibu Martínez, poniéndole el pecho a un tímido intento de Davis que sacó al tiro de esquina.
Para el complemento había sido ya tan difícil la rotunda superioridad del rival que no hubo mayor reacción de Canadá, y eso era una invitación a atacar para una Argentina consciente de su potencial, que a los 51 ya no dio más ventaja: remate desde afuera de Enzo Fernández y Messi, de cazador frente al portero, le metió el puntazo que provocó la euforia de los suyos y dejó la cuenta 2-0.
Entonces ya no hubo necesidad de desgastarse más, se fue Tagliafico que era el único con tarjeta amarilla, hubo un par de faltas a De Paul y a Di María y a Messi le preguntaron muchas veces si quería salir sin llegar a convencerlo. Se fue Alphonso Davies, la única figura canadiense, y ya era casi desesperante ver que faltaban todavía 20 minutos más en un partido tan resuelto. El show final del Dibu, atajando la única ocasión real de Canadá a los 88, levantando el puño desde el suelo, era el moño.
Argentina siguió en ese paseo por la pradera que ha sido toda la Copa América (salvo el pequeño susto de Ecuador y los penaltis en cuartos) y se instaló en la final que fue a buscar desde el inicio del torneo. Messi vuelve a casa, a Miami, la sede de la final, el próximo domingo. Habrá que ver si en ese último partido, algún impase se presenta para la defensa del título continental. Por ahora es candidato principal, sea Uruguay o Colombia su contrincante. Y llega fresquito.